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Soltar las Expectativas y Confiar en el Plan de Dios

Hay momentos en la vida en los que nos sentimos abrumadas por las expectativas que hemos creado. Esas expectativas no siempre se basan en la realidad, sino en proyecciones mentales que construimos con la esperanza de cumplir ciertos objetivos o deseos.

A veces, el camino que imaginamos está lleno de obstáculos inesperados, lo que nos lleva a sentir frustración, ansiedad, e incluso estrés. Pero, ¿alguna vez te has detenido a pensar que esas cargas que te abruman no son tan reales como parecen?

La verdad es que muchas de estas cargas son mentales, emocionales y espirituales. Las hacemos tan grandes en nuestra mente que las vivimos como si fueran parte de nuestra realidad. Sin embargo, la Palabra de Dios nos enseña que Él no permite que llevemos cargas que no podamos soportar. Y, en muchas ocasiones, esas cargas que sentimos como pesadas y abrumadoras son solo el reflejo de nuestras propias expectativas no cumplidas, no de una situación real insuperable.

Hace poco, en medio de la frustración por no cumplir con ciertos compromisos o metas, me di cuenta de que necesitaba soltar esas expectativas. Me tomé un tiempo para orar, buscando entendimiento y sabiduría en Dios, y fue ahí donde comprendí que estaba aferrada a un ideal que sólo existía en mi mente. Lo que necesitaba era volver a la realidad de lo que estaba viviendo día a día y confiar en que Dios tiene un plan mayor, uno que quizá no había imaginado.

Cuando planeamos y proyectamos, es natural tener expectativas, pero también es importante mantener una mente y un corazón abiertos a que las cosas pueden tomar diferentes rumbos. No debemos aferrarnos solo a lo que mentalizamos, sino recordar que, cuando confiamos en el Señor, Él enderezará nuestros pasos, ordenará nuestras vidas y cumplirá Sus promesas conforme a Su voluntad. Su Palabra dice que «Él concede los anhelos de nuestro corazón si en Él confiamos» (Salmo 37:4).

Si hoy te sientes frustrada o cargada por expectativas no cumplidas, te animo a soltar esas proyecciones, a buscar a Dios en oración y a confiar en que Su plan es mejor de lo que podrías imaginar. No estás sola en este camino, y cada paso que das está siendo guiado por el Dios que te ama y que sabe lo que es mejor para ti.

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